Una mujer busca una casa. Yo no puedo decir nada, pero eso es cierto. La vida le dijo que
no sé, y ella la sueña, la imagina, la siente en el cuerpo y la dibuja. A veces creo que en su error sigue buscando alguien que la acepte, o me equivoco.
La casa es felicidad, siempre para otros. Nunca es perfecta; crece según esas reglas de espejos que no se cruzan, de escaleras, de ventanas sin rejas protegidas por un árbol. Está hecha de miedos e intimidades, como cualquier otra promesa, y es diferente en la medida en que es intensa.