23 April, 2015

suerte con eso

-Chabón, ¿qué te pasó?
-Se me vino el mundo abajo -contestó, con esa elocuencia pretenciosa que nos molestaba a todos, y de la que no conseguíamos separarlo ni cuando lo ahogábamos en vino.
 Me agazapé para estar a su altura, cuidando de no embarrarme con la vomitada:
-¿Querés agua?
-No... -se enderezó contra la pared e hizo una pausa, hasta que se le pasó el mareo-, dame un pucho.
-Mejor nos corremos de acá -dije, señalando el vómito con un gesto de la cara.
-Bancá, ni bien pueda me levanto.
 Dudé un instante. Se había roto el pantalón en la caída y le sangraba la rodilla.
-Bueno, te busco un vaso de agua y vuelvo, ¿dale?
 Giré y me alejé en dirección a la puerta, desde la que venía la música. Yo también estaba en pedo.
 Soltó una voz que me pareció lastimosa:
 -Pará, no me dejes.



Volví a girar para mirarlo. Nos quedamos en silencio.
-Yo... -empezó-, no sé, qué se yo; todos me miran como si fuera un enfermo. ¿Es tan raro lo que me pasa? Estaba escuchando la radio, de repente aparece un tema buenísimo, y después vuelve la porquería de moda que no tiene nada interesante. Es natural que me quedara con ganas de escuchar el disco entero, ¿cierto?
 Estaba tan oscuro que no podía verlo, pero supuse que sus ojos brillaban.
 -¿Cuánto tiempo pasó? -le pregunté, sin ganas. Tampoco éramos tan amigos.
 -Seis meses.
 -Seis meses ya... Bueno, cualquiera de estos días te vas a levantar y no te vas a acordar, creéme.
Sacudió la cabeza con lentitud, negando pesadamente:
 -Pero yo quiero acordarme; yo necesito acordarme de todo -se rió-, es lo mejor que me pasó en la vida.
 -Nah, eso no es cierto -supuse.
 -Creo que sí, no se me ocurre otra cosa. Intento pensar en cosas buenas que me van a pasar, pero no aparece nada. ¿Sabés qué flashé?
-¿Qué?
-Agarrar una noche, y salir solo. Ir a donde nadie me conozca, y ver si consigo olvidarme un rato de Julia. Capaz el problema es que cuando los veo a todos, medio que me la recuerdan.
-Capaz -asentí.
-Si... alejarme un poco ¿viste?, y olvidarme por un rato.
-Suerte con eso.
-Te parece que no va a funcionar -lo dijo con más enojo que resignación.
-Ni idea. Igual está bueno, yo que vos lo intentaría -concilié.
 Se puso a tararear la melodía de fondo. No se cómo la escuchaba, yo estaba al lado de la puerta y no había reconocido el tema. Pude ver el vómito en el piso; era una lanzada con equilibrio estético, pensé que se parecía a una pintura de Pollock: había algo de rojo, naranja y amarillo; y los largos grumos de brownie le aportaban líneas negras de distinto trazo.
-Che -se interrumpió, en cualquier punto de la canción.
-Decime.
 Largó un suspiro largo:
-Nada, dejá... ¿no tenés un pucho, no?