-Continúa -dijo Sandokan.
-Tomó la redondez de la luna, la flexibilidad de la serpiente, la elegancia de las plantas trepadoras, las vibraciones de un tallo vegetal, el color aterciopelado de las rosas y la ligereza de sus hojas, la mirada del cordero y la alegría del rayo de sol, el llanto de la nube, la inconstancia del viento, la timidez de la liebre y la vanidad del pavo real, la dulzura de la miel y la dureza del diamante, la crueldad del tigre y la frialdad de la nieve, la charla de las garzas y el arrullo de las palomas.