12 February, 2015

MUCHA PIROTECNIA



Entonces la espada se hamacaba al compás de la cumbia como el huevo sobre el muro y los mortales temieron por los riesgos hasta que del otro lado del océano vieron que había empezado una fiesta donde la palabra permitido no existía. Eso fue hace miles de años, y vos ya estabas ahí. La leyenda cuenta que peligro y libertad van de la mano, porque tienen una relación íntima desde hace mucho tiempo. Dicen las viejas que él le pegaba porque ella le mentía. Parece que se gustaron a primera vista, y siendo los dos histéricos y celosos tuvieron que elegir entre separarse, o alejarse juntos del resto. Y se embarcaron hasta el país que cruza los hielos, pero luego unos gordos caballeros dijeron que ella les había firmado papeles verdes que significaban el divorcio, y desde entonces él tiene orden de restricción, pero nunca dejaron de gustarse y todavía si te juntás con alguno de ellos, el otro aparece para mostrarte que siguen dándose besos besitos.
Fue cuando se dividieron las partes del año en dos, y no exagero si digo que armaron grandes quilombos. En esa época todos miraban Ritmo de la Noche, porque los milicos. Ahí se descubrió que la fama era a la gloria, lo que el brillo es a la luz. Grandes notarios accedieron a la inmortalidad de los laureles redactando en prosa y rima las crónicas de los pormenores ajenos. No eran malas rimas.
 Pero sus días estaban contados. Desafiaron a la familia grande, y pronto no quedó quien no hubiera sentido hablar del tema. El casado casa quiere, ¿cierto? así que se escaparon los dos juntos.
Y el amor estaba celoso de ellos. Un pelotudo dijo que es ciego y la locura lo acompaña; la verdad es que aquellos señores de panza con billetes le prometieron al amor que alejarían a la libertad del peligro. El amor lo compró todo, lo vendió todo; porque no piensa con la cabeza.
Fueron momentos difíciles y entretenidos.
Pero lo que importa es que te vi; esa eras vos en la montaña quemando los restos de un naufragio, y entonces un libro se cerraba, otro empezaba, y nada iba a ser comprendido por las antiguas teorías racionales para las que ya se había inventado el lenguaje en el palacio del mono.



 
Estoy hablando de otro momento diferente, sin el cual resulta casi imposible entender nada. Al parecer, una mano firme había destapado el frasco de la imaginación. La radiofonía sin hilos se había encargado de extinguir a los nahuales en los bosques, y el sol brillaba veinticuatro horas por día para que esa canción que estaba de moda sonara y no parara de sonar en los pocos países que disfrutaban de un inmerecido período de entreguerras. Los engranajes llegaron para quedarse, como una constante integrada a la mentira fundamental que gobierna las acciones cotidianas: el alma del trabajo. Hubo que festejarlo con pirotecnia.

Mucha pirotecnia.
En esta época el Amor tenía una aventura con la Libertad. Fue lindo pero todo terminó cuando ella se enteró que estaba embarazada, porque no se sabía quién era el padre. La Prensa chismosa especuló con el Amor y el Peligro, pero la verdad era que este hijo lo había tenido con el Demonio de la Ciencia, cuando usaba el pseudónimo de Secreto en las fiestas de disfraces. El hijo fue abandonado y nadie lo quería. Se llamaba Virus. Pero, claro, siempre habías sido compasiva y te encariñaste con él.
El amor, el secreto, la libertad, el peligro y la ciencia. Eran todos igual de culpables de que te fueras, y no pasa un día sin que los odie.