04 July, 2013

INFIERNO Y PESADILLAS PLACENTERAS


 Cuando le digo a la gente que Sir Isaac Newton murió sin ponerla, nadie se sorprende: parece obvio que no podría haber descubierto tantas cosas y andar con minas al mismo tiempo. Sin embargo, destaco el hecho de que vivió como 80 años en un país de lo mas ñoño, en una época donde "no se qué onda". Como sea, he llegado a pensar otra cosa: creo que a las mentes que rompen con el sentido común, que logran desligarse de la conciencia ajena, que pueden ver mas allá de lo establecido; a esas mentes la cópula les resulta un acto grotesco. Y en cierto sentido lo es, resulta de lo mas alienígena visto desde afuera de los sentimientos, es irreconciliable con la razón y la lógica.
 La ley de la vida impone la necesidad.
 La necesidad y la justicia son las diosas que vio Parménides.
 Nadie se acuerda del Bosco. Su nombre tiene una historia interesante, llena de subtexto. No fechó ningún trabajo (casi ni los firmó), y son piezas maestras de trabajo artístico inimitable.




La humanidad le da asco, tanto la Historia como la sociedad. La moral le da asco. Noticias del nuevo continente acaban de llegar, pero el Hombre no es capaz de salvarse ni aunque se mudara de planeta. El Bosco nos muestra mecanismos, no personas.
 Pero, entonces ¿para qué advertirle a la humanidad su propia naturaleza? Porque de eso se trata, de naturaleza, y de pérdida de naturaleza. La vida es caos, y el no caos no es vida. Arriba los santos permanecen inmóviles, pero por todos lados los acechan siete pecados porque cualquier pensamiento podría volverlos humanos.
 Somos humanos. Sentimos, tenemos una forma que muchas veces está atravesada de contradicciones, e incluso esa forma propia es plástica. Estamos perdidos en el bosque de los sentimientos, pero hay ciclos y los hemos encontrado; incluso hemos visto la forma de burlarnos de la Necesidad y la Naturaleza. Somos caóticos por ley, humanos por descarte.
 Si quitáramos las máscaras de la moral, si repentinamente amaneciéramos sin policía, veríamos que el Bosco no pintó surrealidades. Pintó la escencia humana, con asco y con sinceridad. Asco, porque está escondida; sinceridad, porque nadie se siente ofendido por sus pinturas.
 El fin del mundo vive adentro nuestro. Cada uno tiene que encontrar su propio fin del mundo, y la libertad está del otro lado del apocalipsis. Se sabe que nadie hace nada grande sin cortar con la moral y el sentido común, aunque eso no significa que cortar con la moral y el sentido común sea un fin en sí mismo. ¿Cómo saber, entonces, qué es gilada de León Ferrari y qué es grosura de Lars Von Trier? Imposible saberlo de antemano (estamos perdidos en el bosque).

 Pero hay una que nos muestra el camino:






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